26 agosto 2015

The Unicorn de Iris Murdoch

A no ser que aparezcáis en la portada de Vogue (ay, Anita), en el fondo, todas somos como una de las protagonistas de Iris Murdoch. Todos somos Marian, sensibles, racionales, atractivas sin ser bellezas. Mas o menos. A lo mejor sois un hombre, pero, vamos, si leéis poseéis también un mínimo de imaginación que os permite pasear con esos zapatos por un rato y entender a que me refiero. También sois Marian. 

Pequeña digresión: a pesar de ser el Unicornio un "animal" previo al cristianismo, lo cierto es que éste lo ha fagocitado con la misma facilidad con la que los mismos griegos lo levantaron de Asia. Hay cosas que no cambian. Pureza, gracia, ese resplandor dorado de la virtud. Cómo nos gusta crear ídolos para luego quebrarles los pies.


Pensar que cuando Marian llega a Gaze, todo lo que se encuentra es una sorpresa, es ingenuo como poco… si sois Marian, y por lo tanto, inteligentes, sensibles y racionales, sois terreno abonado para dejaros llevar de lleno por el romanticismo inherente de un tapiz emocional al que someterse y una virgen a la que no saber si adorar o salvar. No puede ser una sorpresa que Marian termine siendo parte del mito de Gaze. Para eso va. Marian seguro ha leído Jane Eyre, Marian es inteligente, sensible y racional.

Es más que probable, de hecho cada vez estoy más segura, que me esté fijando en aspectos algo superficiales, pero de hecho creo que Marian va a Gaze, sobre todo para participar en una escena en particular, la de penitente en la cámara dorada de Hannah (los colores son importantes) después de que intentara llevársela de Gaze contra su voluntad. Es un tableau, un tapiz medieval, tejido de rojos, amarillos, ámbares. Y Hannah en el centro, atada y creada en el mito de su encierro. 

Y, por supuesto, Marian también va a Gaze para romper ese mito, ese encierro. Los siete años de cautividad están llegando a su fin, algo tiene que pasar y Effingham es demasiado egocéntrico, demasiado middle-class, demasiado educado, para Effingham es más un ejercicio en emoción que algo que pueda parecerse a una realidad; pero para Marian, Gaze supone un algo más 'Always before she had been a kind of person meeting another kind of person.'

¿No os los habéis cruzado? ¿Esas personas que habitan en tópicos? ¿Qué siempre son "ese tipo de persona"?

Con todo, y a pesar de que me asegura el resumen que se usa de la tradición de la novela gótica, y, a pesar también de la multitud de niveles que Iris Murdoch emplea, ésta es probablemente una de las novelas menos románticas que he leído en mucho tiempo. El amor no es consuelo de nada y el sexo poco más que una acción. El resto es un tipo de violencia que corta con todo.

Debería llevar un aviso: entra con plena conciencia de que no conseguirás lo que quieres. Ni como personaje, ni como lector.

Estáis avisados.



25 agosto 2015

Londres, zona 4



Existo, respiro, como, bebo, sueño, vaya que si, que sigo por aquí, con apenas tiempo para saber donde tengo el norte, con un trabajo que no me gusta pero que me permite quedarme aquí, que ya es mucho. 

1. Compro poco, paseo mucho, sueño en inglés, me cuesta hablar en castellano o catalán, como mucho más de lo que la fama de la comida inglesa sugiere, bebo más vino de lo que uno pudiera imaginar cuando aquí es infinitamente más caro. 
2. Paso horas sola.  
3. Rompí mi cámara y encontré una tienda de segunda mano con el mejor vendedor que jamás me haya atendido.  
4. He besado hasta quedarme sin aliento.  
5. Me paso días en un museo u otro, o voy a Camden con un algún amigo donde únicamente busco bebida, comida y una fantástica librería de segunda mano que hay en los establos.  
6. He conocido a gente interesante y gente que hace que te desintereses por ser sociable.  
7. He visto caricaturas reales de un sketch digno de Monty Python, odio el "ta!" y la nueva moda pija inglesa de hablar perezoso.  
8. Me conozco el Soho al dedillo pero vivo en suburbia, rodeada de casas, jardines y zorros.  
9. He conseguido un pequeño tocadiscos que me permite escuchar ese sonido de la aguja en vinilo, rascando música. 

Vaya, que cómo comentaba con hoy alguien, "no, no sé donde está el Madame Tussaud, yo solo vivo aquí"

No, no és como lo hubiera querido, pero tampoco es que supiera que era lo que quería cuando aterricé excepto la oportunidad de experimentar algo nuevo, nadar fuera del estanco. 

PS: He leído, he leído menos de lo que quería pero, por suerte he leído un par de libros que me han convencido de lo que significa escribir y escribir de cojones (sin perdón). Más en breve. Lo prometido es deuda. 

10 febrero 2015

Mirar, leer, escuchar (o cómo mirarse el ombligo de varias maneras) 03

watch:
Wolf Hall - Qué tendrá, que será, como lo harán. ¡Yo la leí cuando salió! De donde sacamos ese impulso, que ya desde pequeños lo expresamos con aquella necesidad de ser primeros en todo. Yo era de esas, necesidades vitales hicieron que durante muchos años tratara de todas las maneras posibles ser la hija perfecta, la estudiante perfecta, la mujer perfecta. Nada que hacer. Cuando ya te has dado de narices con el suelo más de una vez, una empieza a valorar la no-perfección personal, el carácter, la sutilezas, aquellas pequeñas variantes que nos inundan. No es una manera de ver las cosas, es sencillamente que good vs evil es… aburrido. Y de detalles y sutilezas esta hecho el libro de Hilary Mantel. Y de detalles y sutilezas está hecha esta serie. Maravilloso savoire faire, indeed. 
leer:
Me terminé The Luminaries ayer y miro a mi alrededor con sonar para buscar un nuevo libro con sustancia, pero tengo que mudarme pronto y la idea de cargar aún más libros de una sitio a otro hace que se me crucen los ojos… aún así, ¿quién sugiere? Carne está bien. 

escuchar:
Allí donde fueres haz lo que vieres… si no fuera que 3 fechas distintas de conciertos de Ben Howard en Londres y ya está todo vendido. És mi bso desde hace meses y me muero de la pena de no poder verlo en directo en abril. 

26 enero 2015

Nights at the Circus de Angela Carter

Este fin de semana pasado tuve un pequeña batalla campal con los trenes.

Horas dando vueltas porque ni desde Victoria ni desde London Bridge salía ninguno que me fuera bien. Ves allí, sube las escaleras mecánicas de la 14, pregunta al del abrigo rojo, no, al del chaleco amarillo, baja a la línea 4... Por fin, haciendo ojitos, conseguí que uno de los trabajadores me encontrara una manera de poder llegar hasta mi destino y no tener que vagar incesantemente por las calles, aunque desde Balckfriars así que no, nada de pasar volando por Clapham Junction, como Sophie, huyendo de los terrores de ciertas locuras eternas.

También es verdad que no he nacido de un huevo, no tengo alas y no se me puede considerar, de ninguna de las maneras, una 'venus cockney', mis curvas no llegan a tanto. Aún así, es posible que yo también sea un poco Sophie Fevvers.

Vaya, diréis, otra pesada que se lee "Nights a the Circus" y sale re-convertida al feminismo. Sólo que no, feminista ya era, y aunque puede leerse, si queréis, el libro de Angela Carter como un panfleto feminista, os aburriréis como una ostra si lo leéis así.

No, la gracia inmensa de este libro reside en que Sophie, a pesar de todo lo que tiene de mito, es tan real que uno se de de narices ante ella, tropieza y se levanta sangrando y pensando cómo puede ser que una mujer puede llegar a estar tan presente. Y por real me refiero a que Sophie es amplia, vulgar, teñida, capaz de beber y comer sin límite, sucia y descuidada, con un afán por el dinero inmenso y aún así, no lo puede evitar, sentimental de forma avasalladora.

Si no, que se lo digan a Jack Walser.

Sophie es la sensación del momento, parte mujer, parte pájaro, tiene a Londres y al mundo a sus pies; siempre guiada por Lizzie, una baba yaga italiana, feminista, anarquista, claramente bruja, Sophie se mueve por un mundo de luces, aunque son las que se pueden ingresar las que atraen a Sophie de forma irrevocable. Hasta que un americano borroso se presenta a descifrar el timo. Como una apisonadora, durante una noche de orígenes, Sophie lo casi aplasta en palabras e historias, lo seduce. Una Sherezade de dramas baratos. El pobre Jack, sin ese carácter aún por definir, no puede más que seguirla en un circo que se deshace por unas costuras mal cosidas conforme más se adentran en la salvaje e impredecible inmensidad de la tundra.


Y allí: el desorden más completo, físico y mental, de los que desmontan principios y personas, en un tren sin freno hacia el fin del mundo. Todo explota, nada puede sostenerse en el formato conocido. Es uno de aquellos sitios que rompen cualquier tipo de orden impuesto pues incluso entre los resquicios de la más lógica de las prisiones, hay caos.

( Lo que tiene el caos es que con el luego puedes volver a empezar, pues le sigue siempre el amor. No, no soy yo quién lo dice, es Hesíodo: En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. )

Así que hagámoslo de nuevo. Sophie baja de los cielos, Jack tiene que montarse de nuevo, Lizzie tiene a alguien nuevo a quién cuidar, el Coronel alguien a quién impresionar, Samson alguien a quién adorar, Mignon y la Princesa de Abisinia alguien a quién querer.



[Lo he buscado pero ya veo que no hay ninguna edición en castellano de esta obra, sólo falta pedirle a los de Sexto Piso que ya han editado La Cámara Sangrienta, que se pongan manos a la obra]

04 enero 2015

Sunday Cinema: J'ai tué ma mère (2009) de Xavier Dolan


















No, no la vi el domingo, la *volví* a ver este domingo. Vamos, que lo de Xavier Dolan es de delito para el resto de los humanos, no tanto porque crea que es un genio o algo parecido, si no por su impresionante "savoir faire" y su increíble profundidad. J'ai tué ma mère bien podría ser un ajuste de cuentas y agravios con una madre de personalidad completamente opuesta a la de su hijo, pero es también una historia de amor y de adolescencia. ¿Sabéis aquella frase que ha mucha gente le encanta usar? "la juventud de hoy en día…" (inserta cualquier tipo de triste comentario). Sinceramente, si la juventud es así, no creo que vayamos tan tan mal. 

02 enero 2015

Los libros de 2014

Iba a hacer trampa, no exactamente de la mala pero trampa al fin y al cabo, pero no, estoy tratando de comportarme bajo ciertos standards; el principal de ellos reside básicamente en editar la vida que cuento por aquí solo hasta cierto punto (es decir sin exagerar, cuidado con los superlativos este año). Así que  no, no empecé el año con una de las mejores novelas que jamas haya leído en estos últimos años (y ya me paso lo de los superlativos por el...), no, no empecé con A High Wind in Jamaica. Hubiera empezado con ella, sólo que me gustó tantísimo que me la leí en apenas unos días.


Empecé con una decepción, un libro del que esperaba mucho, pero que para el final, nada: el tercer libro de 1Q84 es como un globo que se deshincha. Sí, hubiera preferido que el libro de Hughes me inaugurara el año, por eso quería hacer trampa. Por suerte, dos amigos muy distintos me recomendaron otros muy distintos libros y remontaron la caída en picado: The Quiet American de Graham Greene y One Day in the life of Ivan Denisovich de Aleksandr Solzhenitsyn. Inesperadamente la cosa parecía no solo mejorar si no que el sol salía de entre las nubes. De Vietnam y de esas buenas intenciones que empapelan tantos sitios a que un gulag en Rusia pueda ser, de hecho, un sitio en el que encontrar esperanza. No es tarea fácil.

Promethea fue mi primavera, lo curó todo y me puso enferma, me inspiró y… me propongo leerla de nuevo porque hay cosas que estoy segurísima que me he perdido. Aunque creo entender que esa es una reacción habitual.

Pero a partir ahí: cero, nada, zilch. Así que acepto con cierto grado de claridad que el propósito inicial de este blog dejó de ser tal y de forma espectacular, es decir, que no he leído lo suficiente como para considerarme un book-blogger, no nos engañemos.

Y es que este verano empecé probablemente unos 4 o 5 libros considerados buena literatura y solo pude con uno, porque o mi idea de lo que es buena literatura es de un snob que tumba o que aquí se reparte la etiqueta con una facilidad que ya sería bueno que nos miráramos; para finalmente recurrir a mi vicio   conocido, la ciencia-ficción, para poder leer *algo*, da igual el que, para tener un libro entre las manos. Ni que decir que ese uno, bien vale la pena, y es que Graham Greene debería leerse más y The Heart of the Matter bien compensa por unos cuantos meses de sequía.


Así me estuve hasta que llegó diciembre y de repente me entró hambre y con el filtro puesto de momento, pues parece que solo detecto buena comida. All Quiet on the Western Front es un momento de inspiración que te quema los ojos y te hace preguntar en que clase de ficción vivimos y en que clase de mundo quieres vivir. Y es que lo mejor, al parecer estaba por venir, al parecer, así que me alegro de haber empezado al año con mal pie, porque al final me ha recompensado: Nights at the Circus de Angela Carter, me estaba esperando. Hacia tiempo que quería leer un libro así y aún no lo sabía. Un libro femenino y masculino, surreal y mágico, como una danza de sombras reflejándose en la nieve de la taiga. Probablemente exagero, pero, en serio, el libro que más me ha gustado de este 2014 (y es que el de Robert Hughes me lo terminé en 2013).



PS: Ahora, como si tuviera la tenia, cargo con una lista en mi teléfono de cosas que me gustaría poder leer este año.



[Arte Crédito: 1."Trollens styfdotter" by John Bauer, 1915. 2. STARS Song - 1921 - Sheet Music - Lyrics by James Lamont Haven Gillespie, music by John Alden - Van Alstyne & Curtis Music Publishing Co.]

25 diciembre 2014

La historia sin sentido de dos navidades en las que no hago como el turrón y sigo sin ir a casa por navidad

Hace unos años intenté dejar de fumar, lo que es para mi una historia casi de campaña militar (pierdo unas, gano otras), pues las navidades pasadas volví con el hábito. A día de hoy, he conseguido reducir el número, en una especie de ejercicio de voluntad, a tres cigarros diarios. El momento meta: si escribo todo esto acerca de uno de mis vicios (no inherente, pero si adquirido) es porque es relevante a lo que quiero llegar. Estoy en una casita del sur de Londres, en la que si quiero fumar salgo al pequeño jardín que hay en la parte de atrás. Desde el jardín, entre la inmensa cantidad de plantas heladas pero vivas, herramientas de toda clase, cobertizos para guardar las herramientas, incluso una casita rosa a mas no poder de alguna niña/o que ya no es tan niña/o, hay un par de árboles inmensos, sin hojas, sólo un puñado de ramas que se encaraman hacia el cielo, con ese aire gótico de portada de libro de temporada, y donde en uno de ellos el otro día vi una batalla campal de cuervos. Porque estaba fumando (¿eh?).

Cuatro o cinco cuervos, sobrevolando el árbol y cayendo unos sobre otros, probablemente discutiendo el precio de propiedad arbórea de la área del gran Londres (todo aquí es caro), quizás sobre quien era el verdadero sueño de alguna pulsera brillante encontrada en uno de sus viajes, posiblemente quien de entre todos ellos tenia más talento para ser el compañero de cavilaciones en la tradición inglesa de explicar historias de miedo en navidad. 

Veréis, en el poco tiempo que llevo aquí, y de entre las muchas cosas que entiendo hay otras tantas que me confunden, otras que me irritan y otras que claramente me parecen lo mejor y que el resto del mundo debería aprender (con mesura, que por muy terrible que nos parezca ahora nuestro país, ninguno es la panacea): y es que estamos hablando de un lugar que tiene una fiesta tan fantásticamente absurda como el "Ugly Christmas Sweater Day" (este año cayó el día 11 pero eso no evita que veas cosas épicas aún por las calles) y que por navidad le gusta explicar historias de terror. 

A lo que iba, los cuervos, que no se porqué pero últimamente me pierdo por las mismas ramas en las que ellos se peleaban. Céntrate. Cómo cualquier ser humano que se precie, la pelea me llamó la atención y me los quedé mirando un buen rato. Sin pensar mucho, sólo fijándome en unas vidas claramente no las mías. Aquella especie de trance en la que uno solo se fija en algo, el momento previo a volver como una goma elástica demasiado tensada a la situación original: véase mi mi mi, con un poco de yo yo yo. 

(Dirección de escena: ahora imaginaos los susodichos cuervos rodeándome estilo heroína romántica) ¿Qué hago aquí? ¿cómo ha pasado este último año? Del sudeste asiático al corazón del imperio. De Bali a Londres. Pero, en serio ¿qué hago aquí? ¿que cadena de decisiones vitales y mentales me han llevado a pasar dos navidades seguidas en sitios que no son mi hogar, con mi cordón umbilical protestando del estirón (aunque empieza a tirar con algo de desgana también, no creáis) y con gente que apenas conozco?

Y ahora mirad esto (pero recordad que hay cosas que una vez vistas ya no se pueden dejar de ver):


A red ball bounces past a cafe and a couple folks’ houses and then goes to the beach.


Pues eso, que más da que ha pasado… estoy aquí, ha pasado y como decía el inimitable (por mucho que algunos pringaos lo intenten, en serio que inimitable) Jim Morrison: 

"Hello, I love you, won't you tell me you name?"



Feliz navidad y Feliz Año nuevo!!!


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