Uno de los aspectos de la literatura que siempre me ha gustado es su carácter autocontemplativo y claramente reflexivo: de los grandes temas uno es, y ha sido siempre, la literatura misma. Encontrar interesante el egotismo inherente de este mundo puede parecer absurdo pues pocas veces lo aguantamos en nuestra vida diaria, pero no nos engañemos, hay algo instrínsecamente atrayente en este juego de divismos intelectuales.
Alan Hollinghurst juega en The Stranger's Child con algo que a los lectores que somos lectores de aquello que se empeñan en llamar narrativa literaria conocemos a la perfección: el mito de un autor y el consiguiente conjunto de constructos, intereses y narrativas que lo sustentan; la Academia. Y que sea todo ello cierto o no, poco (o nada) tiene que ver con el autor mismo, pues esa verdad no es la que parece importar.
En 1913, el poeta Cecil Valance (Lord Cecil Valance de Corley Court, por cierto), pasará un par de días de verano en la finca de la familia de su amante George Sawle, Two Acres. Durante esos días escribirá en la libreta de autógrafos de la hermana pequeña de la familia Sawle, Daphne, un poema que se convertirá en la representación de esa Inglaterra de casa de campo y jardín que desaparecerá con los años.
Será lugar común pensar que el poema, llamado también "Two Acres", lo dedicó Cecil Valance a Daphne, pero queda fuertemente implicado algo más en la narración: la idea que el poema no sólo debía ser más largo, si no que probablemente no lo escribió para Daphne. A partir de entonces serán dos los recorridos que seguiremos: el mito literario de Cecil evolucionando a lo largo de los años y los atisbos a otra realidad oculta (esa historia oculta de la homosexualidad). Una realidad que, y eso es uno de los mejores aciertos del texto, nunca se aclarará del todo. Sea cual sea el motivo tras la creación del poema, sean cuales sean sus fuentes, sus inspiraciones, se las quedará Cecil Valance para consigo mismo, y cada uno de sus estudiosos, tanto filológicos como biográficos (siempre con un agenda propia, no lo olvidemos) estará tan en lo cierto como completamente equivocado.
Es esta una historia de retazos, recuerdos y sombras, llena de opiniones divergentes y recuerdos incompletos. Es una novela de clases, de literatura y de la parcialidad con la que se escribe la historia; y en el centro, casi siempre, Daphne Sawle, igualmente despreciable y atrayente, así como, en menor medida y como voz de la historia oculta, George Sawle, gris, inteligente, poco social, honesto y deshonesto en partes iguales.
Alan Hollinghurst crea una estructura compleja y de gran belleza, llena de sutilezas y pequeñas sugerencias capaces de crear varios campos de referencia, pero, otro gran acierto de la novela, toda esa capacidad narradora de la que hace gala, toda esa capacidad técnica estará siempre al servicio de la historia, nunca al revés. The Stranger's Child es una novela ágil, pero no fácil, sencilla pero no simple, que, ante todo, pide al lector atención, complicidad y sentido del humor. Una muy buena lectura claramente merecedora del Man Booker de este 2011.
Extra: Alan Hollinghurst leyendo el primer capítulo de The Stranger's Child.
[Fotos vía The Vintage Showroom, Charles de Beaumont es, un poco, como me imagino a Cecil Valance]
Alan Hollinghurst juega en The Stranger's Child con algo que a los lectores que somos lectores de aquello que se empeñan en llamar narrativa literaria conocemos a la perfección: el mito de un autor y el consiguiente conjunto de constructos, intereses y narrativas que lo sustentan; la Academia. Y que sea todo ello cierto o no, poco (o nada) tiene que ver con el autor mismo, pues esa verdad no es la que parece importar.
En 1913, el poeta Cecil Valance (Lord Cecil Valance de Corley Court, por cierto), pasará un par de días de verano en la finca de la familia de su amante George Sawle, Two Acres. Durante esos días escribirá en la libreta de autógrafos de la hermana pequeña de la familia Sawle, Daphne, un poema que se convertirá en la representación de esa Inglaterra de casa de campo y jardín que desaparecerá con los años.
Será lugar común pensar que el poema, llamado también "Two Acres", lo dedicó Cecil Valance a Daphne, pero queda fuertemente implicado algo más en la narración: la idea que el poema no sólo debía ser más largo, si no que probablemente no lo escribió para Daphne. A partir de entonces serán dos los recorridos que seguiremos: el mito literario de Cecil evolucionando a lo largo de los años y los atisbos a otra realidad oculta (esa historia oculta de la homosexualidad). Una realidad que, y eso es uno de los mejores aciertos del texto, nunca se aclarará del todo. Sea cual sea el motivo tras la creación del poema, sean cuales sean sus fuentes, sus inspiraciones, se las quedará Cecil Valance para consigo mismo, y cada uno de sus estudiosos, tanto filológicos como biográficos (siempre con un agenda propia, no lo olvidemos) estará tan en lo cierto como completamente equivocado.
Es esta una historia de retazos, recuerdos y sombras, llena de opiniones divergentes y recuerdos incompletos. Es una novela de clases, de literatura y de la parcialidad con la que se escribe la historia; y en el centro, casi siempre, Daphne Sawle, igualmente despreciable y atrayente, así como, en menor medida y como voz de la historia oculta, George Sawle, gris, inteligente, poco social, honesto y deshonesto en partes iguales.
Alan Hollinghurst crea una estructura compleja y de gran belleza, llena de sutilezas y pequeñas sugerencias capaces de crear varios campos de referencia, pero, otro gran acierto de la novela, toda esa capacidad narradora de la que hace gala, toda esa capacidad técnica estará siempre al servicio de la historia, nunca al revés. The Stranger's Child es una novela ágil, pero no fácil, sencilla pero no simple, que, ante todo, pide al lector atención, complicidad y sentido del humor. Una muy buena lectura claramente merecedora del Man Booker de este 2011.
Extra: Alan Hollinghurst leyendo el primer capítulo de The Stranger's Child.
[Fotos vía The Vintage Showroom, Charles de Beaumont es, un poco, como me imagino a Cecil Valance]
Hola, es la primera vez que escribo en tu blog, pero no he podido resistirme porque disfruté muchísimo con "The Stranger´s Child", que me leí poco después de "The Line of Beauty", otra maravilla de Alan Hollinghurst. He leído por ahí que es un escritor muy decimonónico, muy a lo Henry James pero, como señalas, a mí me parece que tiene más sentido del humor, más picardía, más ironía. De hecho, he leído todas sus novelas, desde la primera, "La Biblioteca de la Piscina", hasta esta última. Me encanta, creo que eso ya lo he dejado claro. Y nada más, un cordial saludo y seguiré tus lecturas como hasta ahora, espero que no tan a la sombra. Sonia.
ResponderEliminarPues bienvenida y que no te de corte !me gusta mucho saber lo que pensais!
EliminarSupongo que le definen com decimonónico por estas castas familiares tan extensas y por ese sentido de clase social que parece tener tan claro. Pero cuando lees la vida en Corley Court y te sorprendes sonriéndote de los absurdo de todo... el humor de, por ejemplo, Dickens es muuuuy distinto.
Es un libro maravilloso, me alegro ver que tamién te gustó.
Saludos!
Cada vez que me cruzo con Hollinghurst siempre pienso "ya va siendo hora de que leas algo de él". Pero nunca ha acabado de ponerse en medio de mi camino, asi que creo llegado el momento y tras leer tu entrada has acabado de convencerme. Voy a leerlo. Voy a comenzar por este libro, a ver que tal vamos de la mano el autor y yo. La verdad es que parece prometedor,
ResponderEliminarDebo reconocer que me ha sorprendido lo bueno que es. Me parece un autor cínico e inocente al mismo tiempo, claramente enamorado de la literatura pero con una visión clara de lo absurda que puede ser la academia... tiene mucho sentido del humor. Y me encantó como evoluciona su lenguaje en referencia a las relaciones gays en el libro... sutil y misterioso al principio, cada vez más claro conforme los años avanzan y la sociedad se transforma.
EliminarUn libro magnífico de verdad. A ver que te parece a ti!