Cat's Cradle de Kurt Vonnegut

A pesar de mi afición a Vonnegut, después de la maravillosa Slaughterhouse 5 no tenía nada claro que otra novela escoger, así que la lectura de Cat's Cradle se la debo a la reseña de Óscar.

Una de las mejores cosas de leer a Kurt Vonnegut es que nunca terminas una de sus novelas sin que te haya hecho pensar en las gracias y desgracias de la humanidad. La otra, es que trata al lector como a un inteligente cómplice, más que capaz de seguirle 'down the rabbit hole'. Al fin y al cabo, Cat's Cradle es una vertiginosa aventura a través de uno.

Cat's Cradle es también un viaje de esencialización y de delimitación de lo humano, así como una sátira de los absurdos de la sociedad y sus 'constructos' (¿las figuras de un cat's cradle?). Cat's Cradle fue, no lo olvidemos, la tesis de Máster de Antropología de Kurt Vonnegut para la Universidad de Chicago (al parecer se la aceptaron por fin en 1972, años después de dejar la carrera).

Los lectores de Vonnegut nos repetiremos una y otra vez al respecto, pero creo que merece la pena insistir en ello: el hecho que consideren sus libros ciencia-ficción limita en gran manera el verdadero alcance de toda su obra, no tanto por que lo libros de ciencia-ficción carezcan de valor crítico, si no por el terrible encasillamiento que los géneros literarios producen. Vonnegut usa la ciencia de manera exagerada (aunque si uno lo piensa bien, no hay demasiada exageración) para forzar una situación extrema en su literatura y así experimentar con las consideraciones de nuestra sociedad y, sobre todo, nuestra condición de ser humano. Es el humanismo que transpiran sus obras es uno de sus mejores atributos como escritor.

En Cat's Cradle, Jonah (John), el narrador, periodista de profesión, se adentra en un laberinto, en el que la causalidad y la casualidad tendrán mucho que ver, al decidir investigar el "lado humano" del padre de la bomba atómica, Felix Hoenikker y su familia. Y lo que debía ser un libro, se convierte en un viaje vital, pues se lo tragará la ballena, consciente de lo absurdo e incapaz de resistirse a ello. 

Aún con lo vertiginoso del viaje de Jonah, lo sencillo de la prosa de Vonnegut, lo contenido y simple del relato, la importancia del ritmo tanto en la prosa como en los versos, la presencia de un constante sentido irónico, así como la posición de un narrador que ya conoce todos lo hechos, pues ya los ha vivido, reduce exponencialmente lo dramático del texto... pero no por eso es menos intenso. Y será esa misma ironía, la misma humanidad por la que Jonah parece ser tragado por los hechos, lo convierten en el personaje más bokonista de la obra, incluso más que Bokonon, hasta el punto de ser alcanzar su antitesis (que es, de hecho, el principio esencial del Bokonismo), superando su nihilismo inherente. 

Es un viaje a la semilla, un descenso al vientre de la ballena, un regreso a la edad de hielo ¿qué es lo que es importante?

Por cierto, leed esta fantástica entrevista del Paris Review.


[Fotos © Guide to the California Ethnographic Field Photographs, 1900-1960]