A Dance to the Music of Time: First Movement de Anthony Powell

En el año 2000 la editorial Anagrama empezó a publicar una serie de libros llamados Una Danza para la Música del Tiempo de Anthony Powell. Ese mismo año el autor moría a los 95 años de edad. La serie consta de cuatro volúmenes que suman un total de doce novelas, a tres novelas por volumen.

Por aquellos años mi madre se entusiasmó por ellos y los compró al ritmo al que la editorial los sacaba. Desde entonces han estado en la biblioteca de casa, en una especie de limbo olvidado (para mi, no para ella, hace poco me aseguró que aunque no le gusta releer, estos libros son los pocos que piensa volverse a leer algún día), hasta hace unas de semanas, cuando, por quien sabe que motivos, le pedí que me comentara si le habían gustado y cuando leí, de nuevo quien sabe por que motivos, el artículo de The Millions, 'Seven Reasons to read A Dance to the Music of Time'. De repente parecieron cobrar vida.

Cómo me alegro de haberlos empezado, cómo me alegro de haber pedido ya el segundo tomo en inglés. Poco sospechaba entonces, a pesar del tamaño inmenso de la obra, lo divertido, rápido, inteligente, interesante y bien escrita que está toda la serie. Anthony Powell recrea una retrospectiva social e histórica, siguiendo como esquema la famosa pintura de Poussin que da título a los libros, de la sociedad londinense del siglo XX de la que él ha sido (sin duda) parte, pero con el más agudo e inteligente de los sentidos de humor como tamiz. Por que no os podéis imaginar lo mucho que me he reído.

El primero de los tomos, A Dance to the Music of Time: First Movement, nos adentra en la educación de su narrador, Nicholas Jenkins, con A Question of Upbringing, A Buyer's Market y The Acceptance World. Una educación no solo académica, sino también social y amorosa, iniciada poco después de la Primera Guerra Mundial y bien en los roaring 20's, el crack del 29, o los cambios en la conciencia social de principios de los 30, con una guerra atisbándose en el horizonte de forma poco clara.

A través de tres compañeros de escuela (escuela sin nombre claro aunque probablemente sea una representación de Eton), Charles Stringham, Peter Templer y el "especial" Kenneth Widmerpool, Nick podrá acceder a distintos círculos de la sociedad alta y media de Londres y observará sus idas y venidas, siempre entre absurdas y sentidas. Fiestas de famosas amantes, pintores gays, familias de campo a la antigua, 'The Season', nuevos empresarios todo-poderosos, bodas sin sentido.

De la misma manera que toda la saga basa su nombre en el título de una obra de arte, cada una de las novelas usa el arte de forma en parte simbólica, en parte representativa y en parte como un instrumento más para avanzar la narración. Nick se fija en la gente que le rodea y en ocasiones, cuando le falta la manera de explicarse como son estas "gentes inglesas" se ayuda del arte para acceder a alguna manera de representación... pero ¿qué es el arte si no? 

Sus recuerdos, siempre establecidos como tal, seguirán patrones de pensamiento bastante similares en estos tres libros iniciales, y aunque hay alusiones a si mismo y a sus circunstancias, su presencia parecerá relegarse, en multitud de ocasiones, a la de observador inquisitivo, inteligente y fluido. Y divertido, por que creo que merece insistir en ello, muy divertido.

Anagrama publicó una de las mejores sagas de novelas para entender un siglo a la inglesa, ese año 2000. Lo que no entiendo es como no se leen más.


+ La entrevista del The Paris Review a Anthony Powell, el verano del 1978.