15 julio 2011

Le voci della sera de Natalia Ginzburg

Leer Le voci della sera fue una apuesta y un experimento a la vez, de aquella manera en la que algunas lecturas se hacen más personales que otras por motivos X.

Encontramos referencia de Natalia Ginzburg en un programa de una de las clases de literatura del Ateneu, hace ahora bastantes meses, junto con otras mujeres escritoras no muy conocidas pero que valía la pena investigar.

Hace mucho que no leo en italiano, para mi gran vergüenza, pues la mejor nota que saqué en la selectividad, hace ahora muchísimos años, fue en italiano, así que, alentada por una amiga que estaba siguiendo las recomendaciones que arriba he mencionado, me embarqué en la versión italiana de Le voci della sera.

La editorial Pre-textos la tiene traducida como Las palabras de la noche, y aquí, como todos que tenemos conocimientos de otro idioma (en nuestra presunción de *saber*) … no estoy del todo de acuerdo. ‘Sera’ para mi es ‘atardecer-anochecer’, se acerca quizás más al ‘vespre’ catalán, pero siempre hacer referencia a ese momento en que la luz se desvanece. ‘Notte’ en italiano ya suple el campo de referencia de noche. Supongo que existían motivos que yo no veo por los que Andrés Trapiello escogió noche al traducir el título y como decía Borges, la traducción es casi siempre un acto interpretativo-creativo, así que supongo que mi visión es sencillamente distinta.

Le voci della sera narra la vida de un ‘paese’ (palabra que me encanta), un pueblo italiano, y su reciente historia durante la Segunda Guerra Mundial y la breve ocupación alemana que se extendió en muchas partes de Italia; atisbando así, más allá de los frentes y de la acción, la vida diaria de un pequeño pueblo durante la guerra, las acciones de los miembros de una familia, sus consecuencias y como afectaran a la generación que les sigue.

Y como puedo ser repetitiva, de nuevo vuelvo a mi argumento anterior: uno de los motivos por los que prefiero la palabra ‘anochecer’ es por el tono de la novela, ese tono melancólico y familiar (una de las grandes fuerzas de Natalia Ginzburg) que surge naturalmente de la narración, al acudir ésta al recuerdo como motor principal; al partir de la generación que ha heredado todas esas historias y habladurías, todos esos cuentos y volver hacia atrás para recordar. Porque esas son las voces del anochecer, las voces del recuerdo, de todas aquellas anécdotas y pequeñas historias familiares que se heredan, que convertimos en propias, de las que nos volvemos consecuencia.

La delicadeza del estilo de Natalia Ginzburg es, asimismo extraordinaria; su italiano, precioso y simple; su historia, melancólica, divertida y triste, aunque nunca apabulladora en esa tristeza, delicada como esas horas del anochecer cuando la luz cambia los contornos de los objetos y, en ocasiones, los humores y amores de las personas.

2 comentarios:

  1. De momento no sé decir en italiano más que cuatro palabras muy básicas (hay tantos idiomas que me gustaría aprender a hablar bien) así que, como Ginzburg ya me llamaba, me la apuntaré para leer en castellano.

    Besos

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  2. Yo solo puedo hablar bien de ella, así que.. leela!

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