21 septiembre 2012

The Hare with the Amber Eyes de Edmund de Waal

Recuento: colecciono libros (aunque sin un criterio fijo), algunas revistas (shiny, shiny), cámaras de fotos, pequeñas láminas de artistas modernos que me gustan (algún día escribiré una historia sobre mi Carmela) y últimamente me ha dado por menaje antiguo (me encantan los brocanteros y mi legumbrera inglesa) y plantas crasas. Soy de las que tocan sus plantas todas las mañanas y hago rotación de los cuadros que cuelgo, de las que saca las cámaras de paseo bastante a menudo. Esa es una mínima relación de mi interacción habitual con los objetos con los que escojo rodearme. 

Mantenemos una particular relación con el mundo físico, cada uno a su manera, nos volcamos y expresamos a través de ciertos objetos, algunos dejamos que nos dominen, otros se convierten en compañeros de una vida, otros rondan en una extraña nebulosa periférica del “no sé porque tengo esto, pero tampoco soy capaz de tirarlo”. 
Objects have always been carried, sold, bartered, stolen, retrieved and lost. People have always given gifts. It’s how you tell their stories that matters. 
La historia: esta es la historia de una serie de pequeños objetos llamados netsuke, considerados ya antiguos en los tiempos del comandante Perry, normalmente hechos con madera o ébano, modelados de distintas formas (una rata, una tortuga, un monje...) y que se usaban para que las cuerdas de los obi quedaran más recogidas. 


Pero esta es también la historia que de Waal puede trazar de unos netsuke muy concretos, una colección de 264 exactamente, una vez entran en contacto con su familia. Así pues la historia de los netsuke se entiende a través de la otra, la familiar, pero, nunca es una excusa para ella. 

¿Qué de que hablo? remontémonos brevemente a la excusa. 

La pre-historia: uno de las personas reales en las que Proust se basó para crear a su Charles Swann fue uno de los mecenas artísticos más importantes del París de la segunda mitad del siglo XIX: Charles Ephrussi. Familia de banqueros de altas finanzas judíos, que no tardaron en ser parientes de los Rothschild por matrimonio, los Ephrussi llegaron a Paris después de construir una fortuna en el comercio y exportación-importación de grano y trigo en Odessa. Ricos de forma algo escandalosa (al parecer), Charles, uno de los hijos pequeños y con más libertad para dedicarse a otros quehaceres aparte del banco, empieza este particular relato al adquirir una colección de 264 netsukes de en uno de los antiquarios de moda en aquellos años. 

Para entender esta compra, y el manejo posterior de dicha compra, Edmund de Waal investigará, por lo tanto, a su familia y los miembros de ésta que tuvieron relación con los netsuke, sus motivaciones personales y estéticas, su gustos y las modas que siguieron, su modo de vida; aún así nunca caerá en la tentación de usar los netsuke para enredarse en luces de bohemia de un pasado familiar de poder y riqueza. 

Lo que importa: la curiosa historia de cómo la liebre de los ojos ámbar ha llegado a su casa de Londres, en una vitrina comprada de segunda mano a un museo sólo para su acomodo, es el motivo del relato, su guía por París, Viena, Tokio, Londres u Odessa en busca de los porqués: ¿por qué el interés de Charles por el arte? ¿por qué la intimidad de Emmie con sus hijos? ¿por qué la vuelta a Tokio de Iggie? ¿por qué el lleva siempre uno en el bolsillo?

Hay algo extraordinariamente personal en la historia, algo de real y de mágico a la vez, quizás porque la historia casi parece moldeada en un torno, cuidada e intensa (ventajas, supongo, de ser tanto filólogo y como ceramista), aparentemente pequeña pero capaz de contener mucho.



La Liebre con Ojos de Ámbar
Edmund de Waal
Editorial Acantilado
ISBN:9788415277712; 2012; España; 368 pág.

2 comentarios:

  1. Ya me había fijado en él en las librerías y me llamó mucho la atención el título pero no sabía nada del autor.Leída ahora tu entrada resulta interesante...
    Qué chula debe ser tu coleción de menaje antígüo!
    Yo colecciono pocas cosas y a veces me da miedo de que la colección derive en acumulación...Tendría que haber un medidor para esto.Saludos

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    Respuestas
    1. Es un miedo que también tengo, de acumular, así que mis colecciones tampoco son muy grandes. Acabo de empezar la de menaje y tengo un par de ferias controladas (y un par de tiendas) y voy con muuuuuuuuucho cuidado.

      ¡Es un libro muy interesante!

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