25 diciembre 2014

La historia sin sentido de dos navidades en las que no hago como el turrón y sigo sin ir a casa por navidad

Hace unos años intenté dejar de fumar, lo que es para mi una historia casi de campaña militar (pierdo unas, gano otras), pues las navidades pasadas volví con el hábito. A día de hoy, he conseguido reducir el número, en una especie de ejercicio de voluntad, a tres cigarros diarios. El momento meta: si escribo todo esto acerca de uno de mis vicios (no inherente, pero si adquirido) es porque es relevante a lo que quiero llegar. Estoy en una casita del sur de Londres, en la que si quiero fumar salgo al pequeño jardín que hay en la parte de atrás. Desde el jardín, entre la inmensa cantidad de plantas heladas pero vivas, herramientas de toda clase, cobertizos para guardar las herramientas, incluso una casita rosa a mas no poder de alguna niña/o que ya no es tan niña/o, hay un par de árboles inmensos, sin hojas, sólo un puñado de ramas que se encaraman hacia el cielo, con ese aire gótico de portada de libro de temporada, y donde en uno de ellos el otro día vi una batalla campal de cuervos. Porque estaba fumando (¿eh?).

Cuatro o cinco cuervos, sobrevolando el árbol y cayendo unos sobre otros, probablemente discutiendo el precio de propiedad arbórea de la área del gran Londres (todo aquí es caro), quizás sobre quien era el verdadero sueño de alguna pulsera brillante encontrada en uno de sus viajes, posiblemente quien de entre todos ellos tenia más talento para ser el compañero de cavilaciones en la tradición inglesa de explicar historias de miedo en navidad. 

Veréis, en el poco tiempo que llevo aquí, y de entre las muchas cosas que entiendo hay otras tantas que me confunden, otras que me irritan y otras que claramente me parecen lo mejor y que el resto del mundo debería aprender (con mesura, que por muy terrible que nos parezca ahora nuestro país, ninguno es la panacea): y es que estamos hablando de un lugar que tiene una fiesta tan fantásticamente absurda como el "Ugly Christmas Sweater Day" (este año cayó el día 11 pero eso no evita que veas cosas épicas aún por las calles) y que por navidad le gusta explicar historias de terror. 

A lo que iba, los cuervos, que no se porqué pero últimamente me pierdo por las mismas ramas en las que ellos se peleaban. Céntrate. Cómo cualquier ser humano que se precie, la pelea me llamó la atención y me los quedé mirando un buen rato. Sin pensar mucho, sólo fijándome en unas vidas claramente no las mías. Aquella especie de trance en la que uno solo se fija en algo, el momento previo a volver como una goma elástica demasiado tensada a la situación original: véase mi mi mi, con un poco de yo yo yo. 

(Dirección de escena: ahora imaginaos los susodichos cuervos rodeándome estilo heroína romántica) ¿Qué hago aquí? ¿cómo ha pasado este último año? Del sudeste asiático al corazón del imperio. De Bali a Londres. Pero, en serio ¿qué hago aquí? ¿que cadena de decisiones vitales y mentales me han llevado a pasar dos navidades seguidas en sitios que no son mi hogar, con mi cordón umbilical protestando del estirón (aunque empieza a tirar con algo de desgana también, no creáis) y con gente que apenas conozco?

Y ahora mirad esto (pero recordad que hay cosas que una vez vistas ya no se pueden dejar de ver):


A red ball bounces past a cafe and a couple folks’ houses and then goes to the beach.


Pues eso, que más da que ha pasado… estoy aquí, ha pasado y como decía el inimitable (por mucho que algunos pringaos lo intenten, en serio que inimitable) Jim Morrison: 

"Hello, I love you, won't you tell me you name?"



Feliz navidad y Feliz Año nuevo!!!


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